Los probióticos sustituyen las bacterias beneficiosas perdidas durante la enfermedad gastrointestinal, reduciendo al mismo tiempo las dañinas.
Los prebióticos potencian y estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas y ejercen un efecto astringente con las diarreas.
En el tratamiento, el perro debe gozar a su vez de un buen estado de salud y acceso libre a agua. Este tratamiento se combina con una dieta de pequeñas porciones.
La diarrea suele cesar en el plazo de 1-3 días.
Los estabilizadores intestinales se expiden sin receta. Debe contactarse con el veterinario si empeora el estado de salud del perro o este es incapaz de retener el líquido.
Puede suministrarse carbón activado como antidiarreico, sobre todo si se sospecha que el perro haya podido ingerir toxinas. El carbón aglutina en su superficie diversas sustancias tóxicas (toxinas químicas y bacterianas, fármacos, etc.), impidiendo así su absorción por el cuerpo. Dicho carbón medicinal no ha de administrarse junto con antibióticos, puesto que puede suprimir el efecto de estos últimos.
Contacte siempre con un veterinario ante una presunta intoxicación.