Causa
Las causas de los vómitos agudos y la diarrea pueden ser numerosas. Es posible que el gato haya ingerido comida inadecuada o no apta para el consumo en la que las bacterias, ya sea de forma directa o indirecta a través de toxinas, pueden alterar el funcionamiento del tracto digestivo.
Muchas veces, los virus infecciosos pueden provocar también brotes agudos. Otras causas de los vómitos y/o la diarrea son los parásitos intestinales, una reacción a los medicamentos o una intoxicación.
Los cuerpos extraños que irritan o se atascan en el estómago o el intestino por lo general solo producen vómitos, aunque a veces pueden provocar diarrea. Los vómitos y la diarrea pueden ser síntomas asimismo de alergia alimentaria o de enfermedad en otros sistemas orgánicos como el hígado, los riñones, el páncreas o la glándula tiroides.
Síntomas
Los síntomas de la gastroenteritis aguda suelen consistir en vómitos y/o diarrea, a menudo de carácter violento, lo que deriva en déficit de líquido y una alteración del equilibrio de sales. La reiteración de los vómitos y las diarreas intensas pueden llevar al gato a un estado crítico.
Necesidad de líquido
Con los vómitos y las diarreas profusas, el organismo pierde líquido y electrolitos, es decir, las sales de la sangre. Además, el cuerpo no recibe el líquido que normalmente contiene la comida. Por eso resulta esencial que el gato ingiera una cantidad suficiente de líquido con una aportación adicional de electrolitos (sales).
Si el animal no retiene el líquido y, además, sufre importantes pérdidas por causa de los vómitos y/o la diarrea, puede acabar deshidratado, lo que en ocasiones puede llevarlo a un estado crítico y hacer peligrar su vida. Los ejemplares de mayor edad y las crías suelen estar más expuestos a la deshidratación.
¿Qué puedes hacer por tu cuenta?
En los casos leves de vómitos agudos y/o diarrea pueden tomarse unas sencillas medidas en el propio hogar. Normalmente, lo más importante es dejar reposar unas horas el estómago y los intestinos de la comida, aunque sí puede ofrecérsele agua al animal. Mientras siga vomitando no ha de ofrecerse ningún alimento sólido al gato.
Se ha de evitar privarle de comida durante demasiado tiempo, puesto que los gatos pueden desarrollar hígado graso en los ayunos prolongados. Las crías de gato son más sensibles a la privación alimentaria, por lo que debe abstenerse de someterlos a un ayuno absoluto. Se recomienda recurrir a piensos de fácil digestión y bajo índice graso (por ejemplo, pescado o pollo cocido). El veterinario suele disponer de alimentos dietéticos ya listos que son idóneos para casos de vómito y/o diarrea. Más información sobre consejos dietéticos para gatos en caso de vómitos y diarrea.
Una vez que hayan cesado los vómitos se aconseja suministrar al gato estabilizadores intestinales, que suelen contener aglutinantes y "bacterias beneficiosas". Están disponibles sin receta en farmacias y clínicas veterinarias. El parvovirus felino puede prevenirse con una vacunación anual. Esta enfermedad, también denominada "peste felina", es relativamente inusual a día de hoy gracias a que la mayoría de los propietarios vacuna a sus gatos.
A los gatos se les puede administrar compuestos entre cuyos efectos secundarios están los vómitos y la diarrea, a los que se denomina antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Si un fármaco produce dichos efectos secundarios debe dejar de suministrarse y ha de contactarse con el veterinario.
¿Cuándo debe visitarse al veterinario?
- Si el gato pierde una gran cantidad de líquido y/o no come o bebe y presenta un estado general deteriorado
- En caso de vómito mezclado con sangre (a veces, con aspecto de posos de café) o diarrea
- Si los vómitos o la diarrea no cesan tras aplicar los consejos dietéticos
- Si el gato puede haber ingerido un cuerpo extraño que se haya quedado atascado
- Si el gato ha comido algo potencialmente tóxico
- Si el gato no puede retener el agua ni las sales de rehidratación oral
- Si la temperatura del gato es inferior a 38°C o superior a 39°C en combinación con alguno de los puntos anteriores
Diagnóstico
El veterinario deber efectuar un minucioso examen clínico, que suele incluir análisis de sangre con el fin de excluir o confirmar una patología subyacente y comprobar el grado de deshidratación y electrolitos. En ocasiones, el veterinario lo complementa con una radiografía o una ecografía para profundizar sobre la causa de los síntomas del animal.
Tratamiento en el veterinario
El tratamiento se basa en el historial clínico y estado general de salud del animal. A veces, a los gatos con una sintomatología leve se les puede inyectar líquido por vía subcutánea en atención extrahospitalaria, mientras que los ejemplares medianamente afectados o deshidratados son por lo general ingresados para un tratamiento de fluidos en forma de soluciones salinas y nutricionales mediante sonda intravenosa. Se suele aplicar un tratamiento de fluidos combinado con neutralizadores intestinales. Los gatos más afectados pueden requerir un tratamiento de fluidos más intensivo y supervisión.
Por lo general no se recetan antibióticos, únicamente si se manifiestan indicios de infección generalizada, un evidente deterioro del estado general, o bien diarrea o vómitos con abundante presencia de sangre. En los gatos, es raro que los vómitos y la diarrea tengan origen bacteriano. Los antibióticos no se emplean de manera innecesaria teniendo en cuenta
la creciente resistencia a estos. De hecho, muchos tipos de antibióticos pueden incluso trastornar el tracto intestinal.
Cuidados posteriores
El veterinario facilitará consejos dietéticos específicos para el ejemplar en cuestión al darle el alta. Se trata de un proceso normalmente lento y progresivo desde el pienso dietético a la alimentación ordinaria cuyo fin es evitar las recaídas.