El linfoma se presenta en los animales, habitualmente, a través de una adenopatía generalizada, es decir, una inflamación severa de los ganglios linfáticos. En muchos casos, también se manifiesta a través de signos inespecíficos, como apatía, pérdida de peso, problemas gastrointestinales, obstrucción respiratoria o poliuria/polidipsia, pero estos signos pueden variar ampliamente según la localización anatómica del linfoma.

La mayoría de los linfomas en perros son multicéntricos, presentándose en los linfonodos y órganos linfoides simultáneamente. Aunque el linfoma multicéntrico es un tipo de cáncer que, en general, suele tener buena respuesta a la terapia médica, en ocasiones, cuando el tratamiento inicial no tiene el efecto esperado, hay que pasar a terapias de rescate, como la rabacfosadina.

El linfoma es una enfermedad genética que puede producirse por mutaciones adquiridas a lo largo de la vida del animal o por mutaciones germinales heredadas de los progenitores. En lo que respecta a las causas de su desarrollo, aunque no se conocen causas específicas claras que predispongan al desarrollo del linfoma, se cree que la obesidad en perros puede predisponer al cáncer en general y el linfoma no es una excepción.

El diagnóstico se realiza normalmente mediante citología o biopsia de alguna de las estructuras afectadas, pero, si existen dudas respecto a los resultados o se quiere inmunofenotipar el linfoma, se pueden hacer pruebas moleculares adicionales, como la inmunohistoquímica, la citometría de flujo o el PARR.

¿Cuál es el tratamiento?

Una vez diagnosticado, el tratamiento puede ser muy diverso según el tipo de linfoma. La mayoría de los casos son tumores diseminados de alto grado (multicéntricos) y el tratamiento de elección es la quimioterapia. Si este tratamiento deja de funcionar, entonces se recurre a protocolos de rescate tales como la rabacfosadina.

La rabacfosadina es un fármaco de la familia de los antimetabolitos con una alta afinidad por los linfocitos, acumulándose en grandes cantidades en estas células. Una vez en el interior de los linfocitos, la rabacfosadina se transforma en un análogo de base nitrogenada que interfiere en la síntesis del ADN, provocando la muerte celular. 

Aunque la comercialización de rabacfosadina no está aprobada en Europa, se puede importar de Estados Unidos bajo custodia exclusiva del veterinario que solicita el medicamento. Es requisito indispensable por parte del laboratorio que el veterinario que importa el tratamiento sea un oncólogo diplomado especialista, de lo contrario no proceden con su suministro.

¿Se puede curar el linfoma?

En medicina veterinaria, donde todavía no están disponibles los tratamientos y herramientas para paliar los efectos secundarios que tenemos en medicina humana, tales como la aplasia medular, el linfoma no se considera una enfermedad curable, excepto aquellos casos de bajo grado que puedan tratarse con cirugía, siendo estos la gran minoría. Existe un porcentaje pequeño de casos de perros con linfoma multicéntrico de alto grado que pueden curarse con tratamiento quimioterápico, pero este resultado se considera anecdótico. 

La recomendación de los especialistas es hacer controles rutinarios de la mascota cada seis meses para tratar de detectar y diagnosticar de forma precoz el posible desarrollo de un cáncer.

Ignasi Rodríguez, responsable del servicio de oncología veterinaria de AniCura Glòries Hospital Veterinari, doctor en biomedicina y especialista diplomado en Oncología por el Colegio Americano de Especialistas (DACVIM)

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