No existen recomendaciones concretas sobre cuándo ha de realizarse un control de salud. Es el propio dueño del animal quien lo decide, aunque en el caso de animales de más avanzada edad, se recomienda por regla general, un chequeo anual o semestral. Las mascotas suelen considerarse mayores cuando superan la mitad de su esperanza de vida, es decir, en el caso de los perros, entre cuatro y siete años, en función de la raza, mientras que en los gatos se aplica normalmente entre unos siete y diez años.
El veterinario efectuará un reconocimiento clínico de la mascota, desde el hocico hasta la cola, comprobando su estado general, dentadura, piel, ojos y oídos, etc., y auscultando su corazón y sus pulmones. Con ocasión del chequeo veterinario se analizará a menudo una muestra de sangre y, a veces, de orina.
Si se descubre algún indicio sospechoso durante el control podrá llevarse a cabo un examen a fondo y una exploración mediante otras pruebas diagnósticas como por ejemplo, ecografía o radiografía. En ese caso, se concertará normalmente una nueva cita.