Hipertiroidismo felino: diagnóstico y tratamiento

Si tu gato tiene hipertiroidismo felino, siempre que sea diagnosticado y tratado de manera temprana, podrá disfrutar de una vida larga y de calidad, por lo que hay que preocuparse en exceso.

El hipertiroidismo felino es una enfermedad que afecta a 1 de cada 10 gatos mayores de 10 años. Está relacionada con el desarrollo de la glándula tiroides de hiperplasia o tumores benignos en el 98% de los casos y con tumores malignos en el 2% de los casos. En los gatos que lo padecen, el tejido neoplásico es hiperactivo, generando un incremento de la secreción de hormonas tiroideas.

En este artículo te explicamos en qué consiste la enfermedad, cómo se diagnostica y cuál es el tratamiento más eficaz.

¿Qué es el hipertiroidismo felino?

El hipertiroidismo felino es una enfermedad progresiva que no afecta únicamente al metabolismo del animal en términos generales, sino que, además, con el tiempo, puede conllevar el deterioro de otros órganos como los riñones, el corazón o el hígado, haciendo que no funcionen como deberían.

A lo que hay que añadir que, aunque el tumor pueda ser benigno en un principio, si no se trata a tiempo y de la manera adecuada, puede acabar derivando en un cáncer maligno. Puede desembocar también en problemas de hipertensión y cambios en el miocardio, lo que puede generar una insuficiencia cardíaca.

Diagnóstico del hipertiroidismo en felinos

En los cuadros de hipertiroidismo felino, los síntomas más habituales son la pérdida de peso, a pesar de que el animal parece tener más apetito, beber y orinar en exceso, diarrea o vómitos, y cambios en el comportamiento habitual del animal, como hiperactividad o maullidos durante la noche.

Sin embargo, el diagnóstico del hipertiroidismo en felinos puede resultar bastante complejo. Por lo general, se basa en el estudio de los síntomas clínicos, la exploración física (masas cervicales), los análisis bioquímicos y hematológicos de sangre y pruebas de funcionalidad tiroidea (niveles séricos de T4 total, TSH y T3). Aunque, sin duda, una de las técnicas más eficaces para confirmar la presencia de la enfermedad es la gammagrafía tiroidea, permitiendo establecer, además, la gravedad de la misma y determinar cuáles son los mejores tratamientos.

Tipos de tratamientos para hipertiroidismo en gatos

No existe un único tratamiento para el hipertiroidismo felino, sino que se trata de un conjunto de tratamientos que, normalmente, consiste en la administración de medicamentos antitiroideos, la cirugía tiroidea, una alimentación baja en yodo y el tratamiento con yodo radiactivo.

Las dietas y fármacos son tratamientos sintomáticos, es decir, que ayudan a aliviar los síntomas, pero no curan la enfermedad. Con lo cual, tienen que utilizarse a lo largo de toda la vida de nuestro gato. Únicamente el yodo radiactivo y la cirugía curan la enfermedad, pues son los que realmente eliminan el tejido hipersecretor que da lugar al hipertiroidismo felino.

El tratamiento con yodo radiactivo es muy sencillo y totalmente seguro. Consiste en una única inyección subcutánea, ajustándose la dosis a las características y a la enfermedad de cada animal. Siempre que se realice correctamente, los efectos secundarios son prácticamente inexistentes.

¿Qué debe comer un gato con hipertiroidismo?

En el caso de los gatos con hipertiroidismo felino, la alimentación es muy importante, siendo la mejor opción la comida enlatada que cuente con proteínas de calidad y un bajo contenidos de fosfatos e hidratos de carbono.

Su dieta debe estar formada como mínimo por un 40% de proteína de origen animal y un 15% de carbohidratos para que los niveles de azúcar en sangre se estabilicen y no desarrolle diabetes. Pero además, el yodo debe restringirse a 0,32 ppm como máximo al día. Y es que el yodo aumenta la producción de tiroxina.

En resumen, si tu gato tiene hipertiroidismo felino, siempre que sea diagnosticado y tratado de manera temprana, podrá disfrutar de una vida larga y de calidad, por lo que hay que preocuparse en exceso. Puede que, cuando se haga mayor, lo notes menos activo o que duerma más. Incluso puede que la vista y el oído empiecen a fallarle. Pero es normal. Haciendo algunos pequeños ajustes en su rutina y controlando la alimentación, podréis disfrutar de muchos años juntos.

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