Causas de la hernia inguinal en perros
La hernia inguinal en perros se produce cuando la pared del anillo inguinal se ve deteriorada. Las hernias inguinales en los perros pueden aparecer desde el nacimiento del animal y ser congénitas. Durante la edad adulta son menos comunes aunque no imposibles.
Además, ciertos momentos o acciones como un embarazo, sufrir un trauma o aumento de peso pueden ocasionar la aparición de esta enfermedad o el aumento de tamaño de una hernia ya existente. También hay que tener en cuenta que algunas razas como Cocker Spaniel, Pequinés, Maltés, Pomerania, Pinscher miniatura, Collie y Bull Terrier son más propensas a desarrollar hernias.
Síntomas de la hernia inguinal en perros
¿Cómo detectar una hernia inguinal en nuestro perro? A pesar de que puede pasar desapercibida si la hernia es muy pequeña, lo más habitual es que notes al tacto un abultamiento en el abdomen del perro. En caso de que la hernia sea pequeña, suele ir acompañada de una inflamación localizada y suele tener fácil solución.
Sin embargo, las hernias inguinales en perros también pueden ser complicadas cuando no se pueden reintroducir en la cavidad abdominal. Es entonces cuando el perro puede llegar a presentar dolor, falta de apetito, vómitos y micción frecuente.
Hay que tener en cuenta que los síntomas dependen de cada perro y la zona afectada. Así, por ejemplo, si la parte afectada se trata de una zona del intestino, puede producir el vómito y, como consecuencia, la falta de apetito. Sin embargo, cuando la hernia inguinal afecta a los vasos sanguíneos, suele aparecer dolor e inflamación. Además, la falta de oxígeno puede provocar la ausencia de nutrientes y aumentar el dolor hasta convertirlo en severo. Esta situación suele ir acompañada de fiebre y cambios de actitud. Es fundamental acudir al veterinario con urgencia si se observan estos síntomas ya que el animal podría llegar a morir por insuficiencia renal o hepática.
Tratamiento y operación
A la mínima sospecha de que nuestra peludo pudiera estar sufriendo una hernia inguinal, es fundamental realizar, en primer lugar, un examen general en el veterinario. Tras el análisis, el veterinario investigará el tamaño y la cantidad de tejido herniado para conocer el riesgo de la enfermedad y posibles tratamientos. Además, normalmente se realiza un estudio ecográfico para poder apreciar de manera más detallada el intestino y estado de la hernia.
Si la lesión en la pared es considerable, se suele llevar a cabo una cirugía que consiste en una pequeña incisión abdominal por la que se extrae la hernia inguinal. Si en el proceso se observa que alguna parte del intestino está dañada, se procede a su eliminación y se vuelve a recolocar mediante puntos de sutura. Además, en algunos casos se complementa con injertos o técnicas de colágeno.
Cada operación se realizará de una manera dependiendo del tamaño y tipo de hernia. Además, hay que tener en cuenta la fortaleza de la musculatura y los órganos que se han podido ver afectados. Así, el veterinario buscará en todo momento realizar una operación limpia y sin dañar nervios ni vasos sanguíneos que puedan complicar la intervención.
La mayoría de los perros se recupera rápidamente de esta intervención y pueden volver a llevar una vida y actividad normal sin problemas.